“El saber no ocupa lugar”. Esa frase me la repetía
mi madre una y otra vez, cuando niño. Si bien se me quedó grabada fue por reiteración
no porque hiciera plantearme o
recapacitar en la razón de la misma.
El caso es que ella, mi madre, con esa frase
intentaba hacer hincapié en que estudiara, en que me grabara los libros del
colegio en la memoria, pero me era imposible. Yo disfrutaba viajando, navegando
a sitios imposibles, soñando con mundos fantásticos sumido en la lectura de
cualquier novela que cayera en mis
manos.
Odiaba ceñirme a la lectura de un libro de
Sociales o de Lenguaje que nada aportaba a mi entretenimiento, pero me
maravillaba la sensación de perderme entre los renglones de otros y sentirme
libre al hacerlo. Ni que decir tiene que a mi madre no le disgustaba del todo.
De algún modo sabia que nutría y alimentaba mi mente, que mi adicción a la
lectura me formaba, me orientaba, e impulsaba también en mi desarrollo aunque
no abriera un libro de sociales.
Desde el invento de la escritura, el ser
humano lo ha aprovechado para compartir sus descubrimientos, pensamientos,
reflexiones, experiencias, ambiciones, denunciar injusticias, plasmar sueños,
contar fábulas y leyendas, entretener y divertir, desnudar su alma o cantar al
amor con rimas y versos… y el lector se ha beneficiado de todo ello, sacando
sus conclusiones al respecto y enriqueciendo sus conocimientos, su cultura, esa
cultura que tan poco parece importarle al gobierno de esta ciudad, que ha decidido,
como siempre, recortar en aquello que puede instruir al pueblo, que les abra la
mente.
Este año tendremos una feria del libro para
callar bocas, una feria del libro cutre y que les haga salir del paso. No más.
A la derecha, históricamente, les ha
interesado la ignorancia del pueblo, para hacerlos fácilmente manipulables y
con el paso de los años dejan de manifiesto que siguen pensando lo mismo.
Mi madre tenía razón, el saber no ocupa
lugar. Así que leed.
“Leer para entender, leer para luchar, leer
para ser libres”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario