El día del artista


A eso de las 9:00 sonaba la presentación de Los Santos que hacía de tono en el despertador de su smartphone. Al escuchar el punteo se le escapó la misma frase de cada mañana: -¡un mojón pal Blane! - Y como un resorte salió de la cama, se despojó del pijama y de la bufanda con la que dormía desde hacía ya varios días, se lavó la cara para espabilarse y se cepilló los dientes. En ese instante levantó la cara y se encontró a si mismo ante el espejo  - ¡ Este ere tú !-,  se dijo,  - Todo un artista, un carnavalero de los güenos, de los de manita en er pecho. ¡Te va hinchá follá este año! -. Se guiñó un ojo y sonrió mostrando la dentadura blanca que luciría esa noche en el concurso ante sus fans, y ensayó mil maneras de hacerlo para regalarle las mas sensual a Salva Camacho cuando se acercara con su cámara al hombro. -¡Aistartío!. ¡No va está guapa esta caríta cuando le junte esta noche una manita purpurina. Con este pelo engominao patrá, alante, en medio!, porque yo iré en er medio… ¡casi na!-, susurraba mientras practicaba la postura idónea para el final del pasodoble: Las piernas ligeramente flexionadas, una mano sobre el pecho y la otra en alto, abierta y con la palma hacia dentro, -Er sentro de to los flase, pisha-. Hizo gárgaras con una decocción de un bulbo de cebolla en un vasito de leche y se preparó un changüi con Tulipán y mortadela con aceitunas, un zumito de limón con dos cucharaditas de miel -Pacharlo pabajo- y se fue vistiendo como se viste un artista, con pañuelito de seda al cuello -No me se vaya a escacharrá el istrumento-. 

Salió de casa con portes de virtuoso, arrancó el Seat Panda y al momento se escuchó por el altavoz del coche la inconfundible voz del Chupa en La Ventolera,-¡Te va queá en na, Chupa!- dijo seguro de si mismo. Salió del parking de la Plaza de los Reyes notando como las miradas se clavaban en él, mientras cuchicheaban a su paso: - Este e er shiquillo de las comparsa, que lo visto yo ner Paseo con la Palomo-. Llegó a las puertas del INEM y pensó: -Mira que tocarme sellá er día der concurso…qué poca consideración, coño. Con la mañana que hase y con la humedá…ésto no e güeno pa mi vó-,  pero esperó pacientemente su turno, como si fuera uno mas en aquellas oficinas. Al terminar volvió tras sus pasos, y en el camino alguien le deseo suerte pa esta noche, -No me hase farta, chalao-. 

Al llegar a casa abrió la página digital de El Faro -A ver si disen argo de mí- y al momento sonó el móvil. En la pantalla un nombre: EL DIRECTOR. -¿Qué querrá?- se preguntó -será pa que yo anunsie hoy los pasodoblito. ¡Aro!, tiene que delegá funsione en un tío con esperensia, en un carnavalero curtío, como yo, que tengo mas tabla que Baesa. Tará nervioso er shavá y quiere que yo le de una sharlita a los demá…en fin, uno tié que sacrificarse y asumí el poquito de responsabilidá que la esperensia requiere. Se aclaró la voz y aceptó la llamada - ¡Dirme Cabesa! Tu sabe que pué contá cormigo pa lo que haga farta, que yo se que tu esta nerviosillo hoy y yo doy un pasito palante cuando haiga que darlo, asi que tu dirá- y “El Cabeza” contestó: -Na picha, pa desirte que hoy va de suplente-.   

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