O´Donnell es rico

El pasado día veintidós se celebró el sorteo nacional de la lotería de Navidad y como queriendo, la suerte, mandarnos un guiñito cómplice, se acercó por nuestra tierra.
La suerte a veces elige su destino y como en mi barrio hace mas falta que en la Calle Independencia, por ejemplo, quiso dedicarnos un amago de sonrisa. Por eso, mientras muchos barrios son noticia en las páginas de sucesos, el mío, el de O´Donnell, lo fue porque había tocado el quinto premio de la Lotería de Navidad. Reconozco que me emocioné al enterarme de la noticia, pensé en lo bien que le iba a venir ese “pellizquito” a la buena gente de la barriada, incluso llegué a  imaginarme a mis vecinos de toda la vida en la puerta del 1x2 brindando con el Gaitero,  y a Juanito Arroyo invitando a chatos de vino.
 Pero, como ya comenté en mi perfil de facebook, aquí, en O´Donnell, hay tantísimo arte, que una vez que toca la lotería no la compra nadie. El quinto premio se esfumó como vino, por el cruce del morro hacia arriba y aquí me quede yo con dos palmos de narices pensando en lo que pudo ser y no fue y cagándome en nuestra puta mala suerte. Hasta que me paré a pensar, mire a mi alrededor y me di cuenta de que la suerte ya estuvo aquí una vez, y nos dejo lo mas grande de ella. El azar quiso que me criara en este sitio, cerquita de la playa, rodeado de buena gente, humilde, trabajadora...sopla pollas también hay y hasta esos tienen amigos,  conscientes todos de que para respirar solo el aire es necesario y aquí el aire huele a pan.
Somos ricos desde siempre, no en lo material, ni en lo económico, en lo espiritual quizás, en lo sentimental, en la riqueza humana, en lo imaginario incluso… ¿qué barrio le pone nombre a una piedra que está en lo alto de un monte y se inventa una historia alrededor de ella? este nada mas. Esa exclusividad, esa genuinidad nos hace ricos. Rico en fiestas, posiblemente el barrio que más celebraciones hace al cabo del año, el que suena a villancico con pandereta de oro y a cuplé de carnaval. El que suena a chirigota por cada calle del barrio. El que sabe a chocolate el primer domingo de mayo. A garrapiñadas, a eucalipto…
Para algunos, no es mas que la cuesta del Hospital Militar, pero es mucho mas que eso. Aquí dio sus primeras patadas a un balón uno de los futbolistas mas grandes de su época, Migueli. Aquí, en las entrañas del barrio, un vecino le dio vida a  Pepe Caballa y su Pavana o lo más importante para mí, aquí nació mi padre. En O´Donnell nació y vivió, pero para morir se fue a Cádiz, porque las penas las sacamos a empujones.
Quizás sea cierto lo que de mí dicen algunos y no sea mas que un majara, pero no puedo evitar sentirme rico en mi barrio.

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