El Príncipe y el unicornio

¡Oh! la maligna, morbosa y truculenta cadena cuatro, ha osado sacar a relucir las verdades de la mas pequeña, dulce y marinera ciudad de los cinco continentes. Nos han mostrado al mundo tal como somos. Han exhibido nuestros lunares negros, nuestros barrillos del culo.
Cuan bello hubiera sido mirar la pantalla y quedarse embelesado ante la belleza del monte hacho iluminado, con el foso reflejando sus piedras sobre las cristalinas aguas que a él lo bañan y un mágico unicornio de colores al trote, recinto arriba, con risas cascabeleras de rubios niños con cara de soplapollas, como sintonía de tan hermosa estampa. Aunque sea inveraz. No obstante luciría y enorgullecería nuestros corazones. Pero…oh demoniaca, y perniciosa cadena cuatro, ¿porqué airear mis vergüenzas? ¡No!, ocultémoslas, que me sonrojo. Tapémoslas, que me indigna verlo.
Mas no piensen que me avergüenza el hecho de que críos de catorce, o quince, o dieciséis años vendan droga o que sus planes de futuro no sean otros que traficar,  ¡no! Lo malo es que salga en televisión. Es mejor mirar para otro lado y enterarme por la tele de las verdades de mi pueblo, lo que me avergüenza es que se enteren los demás. No me atormenta pensar que un grupo de periodistas haya llegado al origen de la quema de vehículos antes que la propia policía, mi tormento es la imagen que hemos dado. No me preocupa que el dinero que el gobierno de Vivas dice que invierte en ese barrio no se vea por ningún lado, lo que me preocupa es que salgan moros en la tele. ¡Ahora pensaran que en Ceuta todos somos moros! que bochorno…
Venga señores, ya en serio…Que pena, penita, pena. Vale que este programa, Callejeros, programa sensacionalista donde los haya, busca eso, el morbo, sacar los garbanzos negros de cada familia. Sí, eso, nuestro grano en el culo y reventarlo ante el objetivo de una cámara, pero no deja de ser la puta realidad de este pueblo. El problema está en nosotros que seguimos viviendo en un patio de vecinos, pendientes el uno del otro para despellejarnos vivos y con el miedo de que la vecina de enfrente se entere de las miserias de nuestra casa. Acomplejados por el qué dirán, y eso nos estanca, hace que nunca vayamos hacia adelante y que mantengamos los ojos cerrados ante la evidencia.
Lo que vimos el otro día en esta cadena es una parte de nuestra realidad que debemos asumir, es la verdad de un barrio, el Príncipe, un barrio de Ceuta con muchos problemas que solucionar, con mucho por hacer y quien quiera que vea unicornios.

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